No tenemos tiempo, es un hecho. El trabajo, los niños, las tareas del hogar,…hacen que andemos estresados de un sitio para otro con la única esperanza de que llegue la noche para meternos en la cama y desconectar. Pero, ¿y si hiciésemos al menos una de esas tareas de forma diferente? ¿Y si cocinar se pudiese convertir en la excusa perfecta para encontrarnos, relajarnos, en definitiva, para meditar?

Si bien, meditar no es tan sencillo, hay que aprender a hacerlo, a estar aquí y ahora. A veces sólo basta con respirar, observar y guardar silencio. Nosotros vamos a darte unas técnicas sencillas para que vayas practicando la meditación, pero la meditación en la cocina.

1. Escucha

Céntrate en el presente y escucha los sonidos de los alimentos en contacto con el cuchillo, la pala de madera y el fuego.

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2. Siente

Observa cómo cada nuevo ingrediente cambia el aroma del plato. Centra toda tu atención y respiración en los sonidos y fragancias cambiantes.

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3. Concéntrate

Concéntrate en los cambios de ánimo y pensamiento en todo el proceso de cocción. Recuerda que aunque no puedas controlar todo lo que pasa por tu cabeza, lo que sí puedes hacer es decidir que importancia le das.

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4. Observa

Observa tu mente. Si comienzas a estresarte, vuelve a centrar tu atención en el olor de la comida, en los sonidos, en la combinación de sus colores. Está aquí y ahora, relájate.

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5. Analiza

Una vez hecha la comida piensa en cómo te sentiste mientras la hacías, es decir, mientas meditabas. Ser consciente de los pensamientos hará que disfrutes de una experiencia más serena en la cocina.

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